dilluns, 10 d’agost del 2009

"Dani Jarque". La Vanguardia, 10/08/2009

HAY muertes de las que ni nos enteramos, otras se despachan en cuatro líneas, y algunas son capaces de conmover a la sociedad. Es el caso de Dani Jarque, el capitán del Espanyol de 26 años cuyo corazón ya no tenía fuerzas para seguir latiendo. Diariamente fallecen en España cerca de 400 personas por problemas cardiovasculares. Anualmente, entre 15 y 20 deportistas en activo mueren por episodios similares. En ocasiones lo hacen de forma involuntariamente épica, como el sevillista Antonio Puerta, que cayó fulminado hace ahora dos años mientras disputaba el primer partido de Liga. Tenía 22 primaveras. Una menos que quien hasta este fin de semana era el último futbolista víctima de una muerte súbita. Murió en noviembre pasado. Se llamaba Francisco Javier Herrezuelo, Guti,y jugaba en la Olímpica Valverdeña; el equipo de la localidad onubense de Valverde del Camino, cuyos poco más de 12.000 habitantes apenas si son una tercera parte de los socios del Espanyol. La muerte mantiene su poder de amenaza prescindiendo de la disciplina deportiva que practique su objetivo, de la edad y de la división en que compita. Hemos visto agonías de ciclistas, de atletas, cómo un equipo entero de fútbol desaparecía junto al avión que lo trasladaba o cómo una indigestión de mejillones en mal estado acababa con el gran defensa del Barça Julio César Benítez, de 27 años. La juventud, su aparente fortaleza física y su condición de ídolos locales es lo que sacude a la opinión pública. Pero al final, la memoria muestra su extrema fragilidad, y el luto queda circunscrito al ámbito íntimo y familiar. Nadie merece la visita de la parca, pero probablemente el que menos sea el Espanyol, un gladiador que supera batallando sus periódicas agonías y que ahora renacía en su nuevo coliseo de Cornellà.

Alfredo Abián, vicedirector.